La creciente preocupación sobre la protección ambiental y la salud humana destacó el español César Orgilés Barceló durante el XII Congreso de la Federación Latinoamericana de Químicos y Técnicos de la Industria del Cuero.
Estos temas se han plasmado en crecientes legislaciones en diferentes países que tratan de limitar la aplicación y uso de determinadas sustancias químicas en la composición de diversos materiales, como el cuero.
En esa misma sintonía los mercados internacionales -y cada vez más las grandes marcas y distribuidores de calzado- están imponiendo sus propias exigencias sobre la composición química de los materiales empleados en la fabricación de estos productos, a los empresarios del calzado y curtidores en general.
Además de los diversos factores que influyen en el éxito comercial del cuero ( un diseño acertado, la buena calidad del material, y un precio ajustado) hay que añadir el cumplimiento de las exigencias de su composición química, lo que incide directamente sobre las sustancias químicas empleadas en la producción del cuero, así como al propio proceso de curtición.
Tanto los curtidores, como los fabricantes de calzado deben asegurar el cumplimiento de las exigencias sobre la limitación de sustancias químicas que de no producirse puede suponer la devolución de los pedidos e incluso acciones legales con importantes reclamaciones económicas.
Todo esto supone un trabajo extra que en ocasiones desborda el conocimiento habitual y la contratación de servicios externos de laboratorio para efectuar las comprobaciones pertinentes.
La industria del calzado ha cambiado: hasta hace poco no estaba sujeta a los estrictos controles ambientales a los que hoy se somete lejos ya de aquel rol secundario de “ensambladora” de otros sectores.
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